No ha sido fácil, eso sí lo debemos reconocer. Nos han dado ganas de llorar, de reírnos, de gritar, de salir corriendo, entre otras muchas sensaciones, pero aquí seguimos, poniendo el hombro y demostrando que somos capaces de todo y más, en el contexto que sea.
Nuestros hijos han tenido que aprender del trabajo de la mamá en Yapo, así como también nosotras hemos tenido que instruirnos para enseñar, entretener, trabajar la paciencia y a perfeccionar ciertos ámbitos que incluso no habíamos explorado hasta ahora.
Como mamás de Yapo tenemos que reconocer y agradecer a todo el equipo por la flexibilidad y por lo colaboradores que han sido todos al entendernos, que algunos sin tener hijos incluso, han sabido empatizar y ponerse en nuestros zapatos. ¡De verdad muchas gracias, han hecho la pega harto más fácil!
Todos hemos abierto las puertas de nuestra casa para conectarnos y para continuar juntos remando hacia un mismo objetivo, pero también han sido nuestras familias las que lo han permitido y se han cuadrado con nuestro trabajo.
Ser mamá en pandemia ha conllevado un sinfín de deberes, pero también nos ha permitido disfrutar de más situaciones cotidianas, exponiendo nuestro rol de mamás a todos a través de una pantalla con uno que otro chascarro de por medio.
Lo mejor de todo, lejos, sentir que pertenecemos a una compañía y equipo que supo adaptarse rápidamente, que no nos incomodamos con nada, donde todos nos respetamos y entendemos las diferentes situaciones personales.
En nombre de todas las mamás, gracias Yapo, se han pasado por el apoyo que hemos recibido, somos un lugar en donde me enorgullece trabajar y por supuesto nuestro respeto a esos papás que han sabido asumir también este tremendo rol.
¡Felicidades a todas las mamás del equipo, realmente se han pasado!